Wednesday, December 4, 2013

Abuelo Cotuc Maya, 1, 2 y 3




Yo tenía once años cuando mi mamá estaba grave en cama. Ella me mandó a llamar a una señora que se llama, que se llamaba Ana. Pues, fui a llamar a [la] señora Ana y llegó a la casa -Aquí estoy, Socorro, ¿qué quieres? -Pues yo le mandé a llamar para que usted te encargás de la criatura porque yo hoy ya no voy a aguantar. Voy a morir. Sí. Entonces dejaron regalada a la pobre muchachita que se llamaba, e Rosalía. Y yo mismo fui a dejarla a casa de la señora y cuando yo [la] dejé empezó a llorar la pobre patoja y yo me vine también llorando. Sí.

Yo tenía3 once años cuando mi mamá estaba3 grave en cama. Ella me mandó2 a llamar8 a una señora que se llama1, que se llamaba3 Ana. Pues, fui2 a llamar8 a [la] señora Ana y llegó2 a la casa -Aquí estoy1, Socorro, ¿qué quieres1? -Pues yo le mandé2 a llamar para que usted te encargás6 de la criatura porque yo hoy ya no voy1 a aguantar8. Voy1 a morir8. Sí. Entonces dejaron2 regalada a la pobre muchachita que se llamaba3, e Rosalía. Y yo mismo fui2 a dejarla8 a casa de la señora y cuando yo [la] dejé2 empezó2 a llorar8 la pobre patoja y yo me vine8 también llorando. Sí.


 



Entonces con el tiempo tenía yo un mi amigo, sí.  Él se había ido al cuartel en ese tiempo, sí, y cuando al año terminó su tiempo, regresó y me saludó.

-¿Qué tal vos? me dice.
-Pues aquí bien, doler del pie todavía
-Ah, ¿todavía en ese? No seas baboso.  Váite al cuartel.  Allá en el cuartel te da de que comer, donde dormir,  le han de tener sueldo, y si estás enfermo te mandan al hospital y allí te curan. No seas babosa, andáite.
El otro día agarr . . . por el consejo del amigo, el otro día  a agarrarse mi maleta y fui al cuartel.
Sí.
Cuando yo llegué al cuartel, entre todos los que querían entrar en el servicio eran hombres grandes desde, eran de, de oriente.  Son grandes los hombres.  Yo entre ellos estaba yo,
Sí.
Y cuando llegó el jefe, el jefe del militar:
-¿Estos son los hombres que quieren entrar al cuartel?
-Sí,  éstos son los que . . . .
-Ah.  Empezó el mirarlos el jefe.
Y cuando llegó, llegó a verme. -Y ese patojo, ¿qué quiere?
-Yo también quiere el cuartel.
-A vos no aguantás.  Aquí se carga cien cartuchos.  Aquí no no aguantás m'ijo.
-Así que sea  para corneta, pedí yo
-Ah, eso sí está bueno, me dice el jefe.
Atras de los hombres me fui yo y entré en el cuartel y allí empecé a practicar el corneta y al mes ya sabía yo tocar. Era yo listo.  Gracias a dios que era yo listo.  Empecí, aprendí a tocar. 
Entonces y al mes, a los dos meses caí, me resbalé .  Entonces vinieron los compañeros.  Me abrazaron.
-Ah te golpiaste, compañero.
Me llevaron al hospital.
-Ah, fue grande el golpe
--Sí, es de mi pie.
ah, llegó el doctor
--Te diste grande el golpe, m'ijo,   Te vas al hospital militar
--Está bueno, jefe, oh, su doctor le dije.
Entonces el otro día me llevaron al hospital y allí me curaron.   Me tuvieron que operar del pie y cinco veces fue a estar en el hospital.  Logré a curar al pie y
pie.  Él por una parte lloró y a la vez contento porque yo mismo me curé el pie. cuando regresé  entonces, llegué a la casa ya y mi. . . le presenté a mi papá el pie que me dolía y le mostré.
--Ah, pobrecito.  Empezó a llorar el difunto el viejito por causa del enfermar el pie






Entonces un día me dice mi papá. -M'hijo, me dice, Ahora no te vayas a otra vez en el cuartel. Tus hermanas más pequeños que vos ya tienen familia y vos, nada. ¿Y quién por vos después? Vale más tener mujer, tener hijos. Hay quien por uno. Entonces, - Gracias, papá, le decía yo al mi viejito -Te voy a presentar tres patojas, me dice, una  aquí San Pedro, una en San Juan y una en Atitlán. Cualquiera de las tres, escogé de las tres y me avisás. Sí me dice mi papá. -Gracias papá, le contesté yo. Y al venir de trabajo pues veníamos con un mi cuñado, con bestias y encontré la señora que Dios me tiene ahorita y encontré en el camino. Le pregunté a mi cuñado, ¿quién era esa patoja? le dije. Ésta es la que estaba diciendo tu papa, desde hoy. -Ay, Miguel. Entonces ésa me voy a colar con ella. Ah va, decí a tu papá pues mijo. Entonces me voltié a verla a la muchacha y ella también me voltió a ver. Es decir pues, ambos tal vez Dios nos propuso para que seamos las e, madre o padre de la familia. Entonces llegué por la tarde le dije yo a mi papá, -Papa, le dije, lo que usted me dice desde hoy encontré una de San Juan. Fíjese que ella es el que usted me dice. ah Está bueno pues mijo. Entonces el otro día vino mi papá a solicitar permiso y empecé aquí a cantinear, a enamorar, mi señora Paula Méndez.

Entonces un día me dice1 mi papá. -M'hijo, me dice1, Ahora no te vayas6 a otra vez en el cuartel. Tus hermanas más pequeños qué vos9 ya tienen1 familia y vos9, nada. ¿Y quién por vos9 después? Vale1 más tener8 mujer, tener8 hijos. Hay1 quien por uno. Entonces, - Gracias, papá, le decía3 yo al mi viejito -Te voy1 a presentar8 tres patojas, me dice1, una aquí en San Pedro, una en San Juan y  una en Atitlán. Cualquiera de las tres, escogé9 de las tres y me avisás9. Sí me dice1 mi papá. -Gracias papá, le contesté yo. Y al venir8 de trabajo pues veníamos3 con un mi cuñado, con bestias y encontré2 la señora que Dios me tiene1 ahorita y encontré2 en el camino. Le pregunté2 a mi cuñado, -¿quién era3 esa patoja? le dije2. -Ésta es1 la que estaba3 diciendo tu papa, desde hoy. -Ay, Miguel. Entonces ésa me voy1 a colar8 con ella. -Ah va, decí9 a tu papá pues mijo. Entonces me voltié2 a verla8 a la muchacha y ella también me voltió2 a ver8. Es decir8 pues, ambos tal vez Dios nos propuso2 para que seamos6 las e, madre o padre de la familia. Entonces llegué2  por la tarde le dije2 yo a mi papá -Papa, le dije2, lo que usted me dice1 desde hoy encontré una de San Juan. Fíjese6 que ella es1 el que usted me dice1. ah Está1 bueno pues mijo. Entonces el otro día vino2 mi papá a solicitar8 permiso y empecé2 aquí a cantinear8, a enamorar8, mi señora Paula Méndez.

No comments:

Post a Comment