Yo tenía once años cuando mi mamá estaba
grave en cama. Ella me mandó a llamar a una señora que se llama, que
se llamaba
Ana. Pues, fui
a llamar a [la] señora Ana y llegó a
la casa -Aquí estoy,
Socorro, ¿qué
quieres? -Pues yo le mandé a llamar para que usted te encargás
de la criatura porque yo hoy ya no voy a aguantar. Voy a morir. Sí. Entonces dejaron regalada a la pobre
muchachita que se llamaba, e Rosalía. Y yo mismo fui a dejarla
a casa de la señora y cuando yo [la] dejé empezó
a llorar la
pobre patoja y yo me vine también llorando. Sí.
Yo
tenía3 once años cuando
mi mamá estaba3 grave en
cama. Ella me mandó2 a llamar8 a una señora que se llama1, que se llamaba3 Ana. Pues, fui2 a llamar8 a [la]
señora Ana y llegó2 a la
casa -Aquí estoy1,
Socorro, ¿qué quieres1?
-Pues yo le mandé2 a llamar para que usted te encargás6
de la criatura porque yo hoy ya no voy1
a aguantar8. Voy1 a morir8. Sí. Entonces dejaron2 regalada a la pobre muchachita que se llamaba3, e Rosalía. Y yo
mismo fui2 a dejarla8 a casa de la señora y cuando yo [la] dejé2 empezó2
a llorar8 la pobre patoja
y yo me vine8 también
llorando. Sí.
Entonces con el tiempo tenía yo un
mi amigo, sí. Él se había ido
al cuartel en ese tiempo, sí, y cuando al año terminó su tiempo, regresó
y me saludó.
-¿Qué tal vos? me dice.
-Pues aquí bien, doler del pie todavía
-Ah, ¿todavía en ese? No seas baboso. Váite al cuartel. Allá en el cuartel te da de que comer, donde dormir, le han de tener sueldo, y si estás enfermo te mandan
al hospital y allí te curan. No seas babosa, andáite.
El otro día agarr . . . por el consejo del amigo, el otro
día a agarrarse mi maleta y fui al
cuartel.
Sí.
Cuando yo llegué al cuartel, entre todos los que querían
entrar
en el servicio eran
hombres grandes desde, eran de, de oriente. Son grandes los hombres. Yo entre ellos estaba yo,
Sí.
Y cuando llegó el jefe, el jefe del militar:
-¿Estos son los hombres que quieren entrar al cuartel?
-Sí, éstos son
los que . . . .
-Ah. Empezó el
mirarlos el jefe.
Y cuando llegó, llegó a verme. -Y ese patojo, ¿qué quiere?
-Yo también quiere el cuartel.
-A vos no aguantás. Aquí se carga cien cartuchos. Aquí no no aguantás m'ijo.
-Así que sea
para corneta, pedí yo
-Ah, eso sí está bueno, me dice el jefe.
Atras de los hombres me fui yo y entré en
el cuartel y allí empecé a practicar el corneta y al mes ya sabía
yo tocar. Era yo
listo. Gracias a dios que era yo
listo. Empecí, aprendí a tocar.
Entonces y al mes, a los dos meses caí, me resbalé . Entonces vinieron los compañeros. Me abrazaron.
-Ah te golpiaste, compañero.
Sí
Me llevaron al hospital.
-Ah, fue grande el golpe
--Sí, es de mi pie.
ah, llegó el doctor
--Te diste grande el golpe, m'ijo, Te vas al hospital militar
--Está bueno, jefe, oh, su doctor le dije.
Entonces el otro día me llevaron al hospital y allí me curaron. Me tuvieron que operar del pie y cinco veces fue a estar
en el hospital. Logré a curar
al pie y
pie. Él por una
parte lloró
y a la vez contento porque yo mismo me curé el pie. cuando regresé entonces, llegué a la casa ya y mi. . . le presenté
a mi papá el pie que me dolía y le mostré.
--Ah, pobrecito. Empezó
a llorar el difunto el viejito por
causa del enfermar
el pie
Entonces un día me dice mi papá. -M'hijo, me dice,
Ahora no te
vayas a otra vez en el cuartel. Tus hermanas más pequeños que vos
ya tienen
familia y vos,
nada. ¿Y quién por vos después? Vale más tener mujer, tener
hijos. Hay quien
por uno. Entonces, - Gracias, papá, le decía yo al
mi viejito -Te voy a presentar tres patojas, me dice,
una aquí San Pedro, una en San
Juan y una en Atitlán. Cualquiera de las tres, escogé de las tres y me avisás. Sí me dice mi papá. -Gracias papá, le contesté
yo. Y al venir
de trabajo pues veníamos
con un mi cuñado, con bestias y encontré
la señora que Dios me tiene ahorita y encontré en el camino. Le pregunté
a mi cuñado, ¿quién era esa patoja? le dije. Ésta es la que estaba diciendo tu papa, desde hoy.
-Ay, Miguel. Entonces ésa me voy a colar con ella. Ah va, decí
a tu papá pues mijo. Entonces me voltié a verla a la muchacha y ella también me voltió a
ver.
Es decir
pues, ambos tal vez Dios nos propuso para que seamos las e, madre o padre de
la familia. Entonces llegué por la tarde le dije yo a mi papá, -Papa, le dije, lo
que usted me dice
desde hoy encontré una de San Juan. Fíjese que ella es el
que usted me dice.
ah Está
bueno pues mijo. Entonces el otro día vino mi papá a solicitar permiso y empecé
aquí a cantinear,
a enamorar,
mi señora Paula Méndez.
Entonces
un día me dice1 mi papá.
-M'hijo, me dice1, Ahora
no te vayas6 a otra vez en
el cuartel. Tus hermanas más pequeños qué vos9
ya tienen1 familia y vos9, nada. ¿Y quién por vos9 después? Vale1 más tener8 mujer, tener8 hijos. Hay1 quien por uno.
Entonces, - Gracias, papá, le decía3
yo al mi viejito -Te voy1 a presentar8 tres patojas, me dice1, una aquí en San Pedro, una en San Juan y una en Atitlán. Cualquiera de las tres, escogé9 de las tres y me avisás9. Sí me dice1 mi papá. -Gracias
papá, le contesté yo. Y al venir8 de trabajo pues veníamos3 con un mi cuñado, con bestias y encontré2 la señora que Dios
me tiene1 ahorita y encontré2 en el camino. Le pregunté2 a mi cuñado,
-¿quién era3 esa patoja?
le dije2. -Ésta es1 la que estaba3 diciendo tu papa,
desde hoy. -Ay, Miguel. Entonces ésa me voy1
a colar8 con ella. -Ah
va, decí9 a tu papá pues
mijo. Entonces me voltié2
a verla8 a la muchacha y ella también me voltió2 a ver8.
Es decir8 pues, ambos tal
vez Dios nos propuso2
para que seamos6 las e,
madre o padre de la familia. Entonces
llegué2 por la
tarde le dije2 yo a mi
papá -Papa, le dije2, lo
que usted me dice1 desde
hoy encontré una de San Juan. Fíjese6 que ella es1
el que usted me dice1. ah
Está1 bueno pues mijo.
Entonces el otro día vino2
mi papá a solicitar8
permiso y empecé2 aquí a cantinear8, a enamorar8, mi señora Paula
Méndez.
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